Si uno no se atreve a vivir, si no es capaz de permitírselo, no tendrá una segunda oportunidad en el futuro de recuperar la vida perdida.
Hay personas que no se permiten nada.
Cuyos cuerpos son verdaderas cárceles de carne y hueso.
Que viven en jaulas mentales.
Que son incapaces de sentirse libres sin juzgarse a sí mismas.
Hay personas que se vetan.
Que se prohiben la propia vida.
Como si luego pudieran recuperarla. Como si pudieran decir que les quedó vida para septiembre.
Pero la vida es solo esta vez.
Y salvo en las películas de terror nada ni nadie regresa de la muerte.
Por eso, permítete. Permítete equivocarte.
Permítete un desliz.
Permítete un dulce.
Permítete suspender.
Permítete no llegar a tiempo.
Permítete un no.
Permítete un sí a todo.
Permítete una mala palabra.
Permítete una irresponsabilidad.
Permítete la locura.
Permítete la verdad.
Por una vez La verdad.
Permítete ese viaje, aquel capricho.
Permítete el placer.
Permítete mandar a la mierda.
Permítete dejarlo.
Permítete ser y estar.
Permítete la tristeza.
Permítete olvidar.
Permítete sentir.
Porque tal vez no tengas una nueva oportunidad para sentirlo.
Así que abraza, llama, salta, baila, escupe, llora, grita, ama bien alto y bien fuerte.
Ahora.
Porque luego nos arrepentimos.
Y a veces luego es ya demasiado tarde.
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